CRÓNICA DE MI PRIMER DUATLÓN.
Siempre
que afrontamos una competición nos planteamos un objetivo. Puede ser el de
mejorar nuestra marca personal o por el contrario competir con el amigo que
corre contigo, en otros casos la aprovecharemos de entrenamiento para pruebas
más exigentes o simplemente para “echar” el domingo. Incluso habrá quién se
plantea ganar y también quién con terminar se de por satisfecho. En mi caso,
para mi primer Duatlón me marqué como objetivo APRENDER.
Aunque mis compañeros del
Club me explicaron las vicisitudes del funcionamiento de este tipo de
competición, no hay mejor manera de aprender que remangarse los pantalones y
“meterse en fango”. Como dijo Benjamin Franklin "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo."
Aprendi lo que para la gran mayoría serán nimiedades pero que a
un debutante le supone cierto nerviosismo no saberlas. Aprendí que debía
adherir los dorsales en el casco y en la tija del sillín. Aprendí que
debía desproveer al casco de la visera. Aprendí que en “boxes” no se
podía dejar junto a la bicicleta más que la equipación ciclista. Aprendí
que para dejar la bici en la zona asignada es necesario hacer un check-in tipo
aeropuerto y presentar el DNI (esto casi me causa llegar tarde a la salida
puesto que tuve que volver al coche a buscarlo), aprendí que el casco debe
encontrarse en buenas condiciones porque el sujeto que realiza el check-in
lo “despachurra” para comprobar la resistencia y aprendí que es necesario
el porta dorsal (los del mundo del Running todavía andamos con imperdibles)
para voltearlo en la parte de la prueba de ciclismo. Con todo esto parecía que
mi objetivo estaba cumplido.
Pero sin esperar más de la competición, aprendí tres cosas mucho
más importantes que todos esos aspectos burocráticos.
Primero, que no hay que dejarse impresionar por las monturas o
equipo que llevan algunos. Os prometo que cuando empecé la carrera llegué a
pensar que iba a quedar en último lugar viendo esas bicicletas de miles
de euros. Una vez en carrera, adelanté a unos cuantos de esos
supuestos “Pros” y por el contrario, me costó la misma vida pasar a
un checo que corría con una bicicleta de montaña pero con unos gemelos del
tamaño de un melón. Estuvimos batallando los 20 km hasta el punto de hacer
amistad. Curioso, pero el checo me dijo que se llamaba Pedro. Por tanto,
primero entrenad bien que las bicicletas no hacen milagros.
En segundo lugar, teniendo en cuenta que no sólo nunca había
competido en modalidad Duatlón, sino que soy un recién llegado al mundillo de
la bicicleta, aprendí que es básico rodar acompañado y que la diferencia
en desgaste físico puede ser abismal. La estrategia es importantísima.
En última instancia, cuando una chica de otro club de triatlón
se me pegó a la rueda durante bastante recorrido, debo reconocer que me molestó
y pensé: - ¿Cuanto tiempo piensa estar aprovechándose de que yo le haga de
pantalla?. Y justo en el momento que estaba más preocupado de mi pequeño
parásito que concentrado en mi carrera, me adelantó y me dijo: - Ahora te toca
a ti, sígueme y descansa un poco, nos iremos relevando (Supongo que de
algún modo se notaría bastante que yo era debutante). Y fue entonces cuando
realmente APRENDÍ.
Aprendí una lección de deportividad y aprendí que con valores
como estos no voy a tardar mucho en querer a este deporte.
Ivano.